Imagina que el Big Bang fuera el producto de una vida inexistente que decidiera, por pura voluntad, comenzar a vivir. Imagina que existiera un mundo previo al origen del tiempo, y que los segundos, aún antes de surgir siquiera como conceptos, comenzaran a correr lentamente, como arena entre los dedos, por el mero deseo de ser reales. Imagina que una voluntad pueda imaginarse a sí misma. Y ahora, olvida todo eso… ¡Y juega!